miércoles, 2 de junio de 2010

Las culpas de Zapatero.
Estamos asistiendo a una celebración que no sabemos si caracterizar como apoteosis de la histeria hispánica o como una burrada más de nuestras fiestas populares. Seguramente tiene algo de las dos cosas, y, en último término, es una especie de desahogo simbólico de una colectividad drogada por los excesos que, de verdad, no se toma en serio eso de la "crisis".
Fenómeno más evidente y llamativo: todo el mundo ataca a Zapatero. Todo el mundo (es decir, todo ese colectivo de marujas y borrachos que hablan demasiado alto) está convencido de que es Zapatero el culpable de lo que está pasando. Nadie parece ver que lo que ocurre es que estamos al final de un camino. El camino en el que, con acierto o sin él, con buena o mala intención, nos metió Franco el año 1956. Una vez fracasada, por motivos que sería interesante estudiar, su política económica, firmó diversos acuerdos y nos metió de lleno en el mundo del capitalismo. Y por ese camino hemos transitado, con muy general satisfacción, durante muchos años. El crecimiento económico, la especulación financiera (no olvidemos la debacle bursátil de 1971) y la especulación inmobiliaria venían empujando desde hace muchos años. Y hace ya bastante que se oían voces que avisaban de lo que podía pasar. Hasta que pasó.
De lo único que se puede acusar a Zapatero es de no haber hecho lo que tampoco hizo Aznar, ni Felipe González. Y de haber tenido la desgracia de ganar las elecciones de 2004, gracias a la maldita casualidad de su coincidencia con un perverso atentado de Al Qaeda. Porque aquellas elecciones debió haberlas ganado el Partido Popular, que es quien debía haberse enfrentado con una crisis producida por su propio sistema social.
Las críticas más consistentes provienen de la izquierda. Gaspar Llamazares, esta misma noche, ha dicho algo que está muy claro: Zapatero está haciendo la política que lógicamente corresponde a Mariano Rajoy. Pero, señores, ¿quién se atreve a romper la lógica del sistema capitalista en el que estamos viviendo? Ese es el gran problema del PSOE: no puede escapar del sistema, y se ve obligado a hacer una política muy divergente de su ideología. ¿Podrá seguir funcionando la ideología socialdemócrata guiando las actuaciones del estado si, como es previsible, la crisis se profundiza? ¿Qué pasará cuando la derecha franca (la extrema derecha que tenemos en España) llegue al poder?

martes, 23 de febrero de 2010

El terror que no puede decir su nombre.

Últimamente, a vueltas con la crisis, estamos asistiendo a una estraña ceremonia, no sé si de confusión, de exorcismo, o si se trata de una de esas actividades distractivas con las que las gallinas intentan rebajar la tensión cuando se presenta el zorro.
Al parecer, el problema es el paro. Lo grave no es que no se sepa como resolver el problema del paro, sino que nadie parece darse cuenta de que el paro no tiene solución.
Al menos, no la tiene en las actuales condiciones de funcionamiento del colectivo social.
Porque, en definitiva, se trata de convencer a los empresarios para que creen puestos de trabajo. Y nadie reconoce, al menos públicamente, de que los empresarios no tienen ningún interés en crear puestos de trabajo. Están simplemente interesados en abaratar el despido. Un abaratamiento que, de verdad, no necesitan.
El empresario es un ser normal y corriente, interesado solamente en acumular riqueza. Se pretende aumentar sus beneficios con rebajas de impuestos, o con bonificaciones en sus cuotas a la seguridad social. Y lo cierto es que, desde hace ya tiempo, el empresario invierte sus beneficios en máquinas, no en trabajo humano. Cuanto más dinero gane el empresario, más puestos de trabajo va a destruir. Aparte de que siempre tiene la posibilidad de llevarse sus ganancias a un paraíso fiscal, e invertir luego en países de mano de obra baratísima, quitándonos trabajo a nosotros, los todavía bien acomodados ciudadanos del primer mundo.
En lo que sí parece estar todo el mundo de acuerdo es en la solución: mejorar la competitividad, para aumentar las exportaciones y crear puestos de trabajo.
O lo que es lo mismo: exportar el paro.
Desgraciadamente, los extranjeros son tan listos como nosotros, y, además, cobran menos. ¿Vamos a competir con los chinos, que trabajan por un euro diario?
Confiamos demasiado en la iniciativa privada, en una producción excesiva y en un mercado saturado.
Alguien me está diciendo: Es que tiene que intervenir el estado. Tiene que organizar la producción y la distribución de bienes y servicios. No podemos confiar en el caos de la avaricia individual.
Sí, es cierto. Habría que hacer una revolución. O mejor, eliminemos tan antipática palabra, y digamos sólo reformas serias y profundas.
Pero como eso está vedado en la práctica, lo único que se puede hacer es poner parches. Lo que hace el PSOE, frente al guirigay para deficientes mentales con que le critica la ultraderecha pepera.
Bueno, no quiero alargarme. O interviene el Estado, e inteerviene bien, o estamos perdidos.
Echen un buen vistazo a la Historia para saber de otros muchos casos en los que también estuvimos perdidos.