jueves, 25 de mayo de 2017

La demolición de Sigmund Freud Sigmund Freud, por simple observación durante su práctica terapeútica, descubrió muchas grandes verdades (muchas y grandes) acerca de la naturaleza humana. Desgraciadamente, su procedimiento no se ajustaba al método científico tal como se considera actualmente. Y también contiene algunos errores. Lo cual ha servido de pretexto para atacarlo despiadadamente. Lo cierto es que todas las teorías científicas contienen errores. La ciencia procede por aproximaciones, corigiendo cada nueva teoría los errores de las anteriores. Y esto, que es válido para las ciencias físicas, es mucho más significativo para las ciencias sociales, que plantean gravísimos problemas de replicación y verificación. Pero,sobre todo, está un curioso fenómeno: cuanto más importante sea el personaje que atacamos, mayor será nuestro renombre. Y, probablemente, lograremos además adular a algún catedrático que quizá deba evaluar nuestros trabajos. Y lo grave es que, en su empeño por logar la validez que la moderna metodología científica pretende asegurar, lo que se utiliza en la práctica es el método estadístico. Monótonas especificaciones de diseños experimentales que básicamente consisten en la aplicación de un cuestionario que no suelen dar más que unas distribuciones porcentuales sobre las diversas opcioones propuestas y que no nos acercan a la verdadera y viva naturaleza humana que Freud sí puso de manifiesto. En definitiva, nos dicen mucho más la Psicopatología de la vida cotidiana, o El porvenir de una ilusión, o Más allá de principio del placer, o La psicología de las masas que los idigeribles tochos que hay que estudiar en las facultades de Psicología. Nada más. Romper una lanza en defensa de uno de los mayores genios y de las personas de más elevada moral que la humanidad ha conocido.

domingo, 14 de mayo de 2017

Dios y la naturaleza humana. En la película "Kandahar" (Mohsen Makhmalbaf, 2001), uno de los personajes es un afroamericano que, en su búsqueda de Dios, se ha convertido al Islam y se ha ido a Afganistán para ponerse al servicio de los talibanes. Allí no ha encontrado a Dios, pero sí una enorme cantidad de horror y miseria. Entonces se ha puesto a trabajar como médico, atendiendo a la pobre gente del país. No es médico, pero dada la situación de miseria e ignorancia que se da en zona, puede hacer una valiosa labor sanitaria, utilizando esos elementales conocimientos que aquí tenemos prácticamente todos. Dice algo así como: "Allí encontré a Dios: en la ayuda prestada a estas gentes". Pero observemos algo muy interesante: el objeto de su interés no es “aquellas gentes”, sino “Dios”. Dios es para él la referencia más importante, es “lo absoluto”, utilizando la alarmante expresión que utilizan ciertos mantenedores a ultranza de lo divino. Aparece como el impulso, la justificación y la finalidad de todo acto. En la actualidad, aparece Dios como la fuente mística del amor y de la generosidad, y esto, a nivel de discurso, parece ser indiscutible en el ámbito, al menos, de las dos grandes religiones monoteístas: cristianismo e Islam. Tanto en una religión como en otra existen personas dedicadas a hacer el bien a los demás que utilizan esta referencia a modo de explicación finalista que hace innecesaria toda otra explicación. Desgraciadamente, contamos con un amplísimo registro histórico que muestra como, a nivel global, no han podido evitar que la enorme panoplia de horrores existente en lejanas épocas continúe vigente hasta nuestros días. Parece como si la naturaleza humana fuera refractaria a todos los intentos que se hacen para mejorarla. Incluso, al menos en ciertos aspectos, se siente uno tentado a decir que "cuanto mejor, peor". Porque es cierto que, concretamente en la Edad Media y también en tiempos más modernos, la certeza que los religiosos ponen en sus convicciones han llegado a eliminar la libertad intelectual que en tiempos antiguos era algo tan natural que ni siquiera era preciso formularlo. Sin embargo, en la actualidad, son amplias las zonas del planeta donde la libertad de pensamiento está muy activamente perseguida, y la expresión de ideas personales que contraríen las proclamas de clérigos y ulemas puede acarrear graves penas e incluso la muerte. Es tan llamativa esta contradicción entre la teoría y la práctica (cosa que se ve en las múltiples formas que adopta la hipocresía social) que es natural que queramos buscar una explicación, entender el fenómeno. Se me ocurren dos perspectivas. Una, la naturaleza humana contiene un fondo inevitable de violencia que necesita manifestarse de una manera u otra. Esta idea ha sido discutida por algunos antropólogos basándose en el dulce carácter que presentan algunos pueblos muy primitivos o que viven (me temo que ya, desgraciadamente, no) en condiciones verdaderamente naturales. Una perspectiva que ha sido origen de no pocas investigaciones. Dos, el progreso intelectual, llevado al extremo y combinado con la concentración del poder, es origen de un empeño de perfección social que considera una necesidad la eliminación de toda disidencia. Y también convierte en una misión divina la propagación de unas ideas que se consideran perfectas. Podríamos considerar este punto de vista como formando parte indivisible del primero, o quizá alimentado por la pulsión violenta que éste supone. O también podríamos recordar aquella opinión que sostenía Juan Jacobo Rousseau, según la cual "el hombre nace bueno y la sociedad lo pervierte". Desde luego, desgraciadamente, las sociedades avanzadas crean una especie de teatro que estimula la vanidad y la ambición, y junto con ellas, una larga serie de inclinaciones psicológicas indeseables. Como contrapunto a la religión, y en un intento de superarla, hemos de mencionar el gran número de organizaciones (ONG's) de carácter filantrópico que compiten con las religiosas en la tarea de beneficiar a la humanidad. Esperemos que ninguna de ellas caiga en la tentación totalitaria en que sí han caído las dos grandes religiones monoteístas.