Todo invento es una
alteración del equilibrio y, fuera cual fuera la intención del inventor, acaba
beneficiando a unos y perjudicando a otros, es decir, es utilizado como arma
ofensiva. Por tanto, en principio, ningún invento debería aplicarse hasta que
no se supiese cuáles serían sus efectos. Quizá todo inventor debería guardar su
invento para sí. Quizá ningún invento debería ser llevado a la práctica hasta
que no hubiera sobre esto un acuerdo unánime. Pero, ¿qué pasa en nuestra época
que hay acuerdo unánime en la aplicación de los nuevos inventos aún antes de
conocerlos?
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