En un documental de televisión sobre
la búsqueda de vida en otros planetas, se dijo que de esta investigación se
obtendrían resultados que podrían utilizarse en el, por ahora, "único
planeta afortunado".
Al pronto, me pregunté, sorprendido,
cuál sería ese planeta afortunado y por qué. Luego me di cuenta de que se
referían a la Tierra, y la suponían afortunada porque en ella hay vida.
Yo pienso que un planeta en el que
no hay vida no puede ser ni afortunado ni desafortunado. Que ambos conceptos
presuponen, no sólo la vida, sino también la conciencia de ella. Y la
conciencia es siempre conciencia de conflicto, conflicto que constituye la
esencia, el motor de la vida. De hecho, la conciencia no es más que el producto
necesario del conflicto de la vida, y no puede ser más que conciencia del
dolor. De aquí se deduce no sólo que únicamente un planeta en el que la vida
haya llegado a su máxima expresión puede ser afortunado o desgraciado, sino
también que sólo puede ser desgraciado.