miércoles, 14 de mayo de 2008

No esperaba que se produjera una crisis tal en el Partido Popular, aunque sabía que algo tenía que pasar.
A pesar de que las elecciones han sido para ellos una derrota que casi equivale a una victoria (han ganado votos, a pesar de su canallesco comportamiento político), han empezado los problemas. Ya durante la campaña electoral procuraron dejar discretamente a un lado a los elementos más impresentables (Eduardo Zaplana y Angel Acebes; no se pudo hacer otro tanto con Esperanza Aguirre, ya que no se presentaba, no obstante lo cual montó su propio espectáculo). Una vez perdidas las elecciones, aunque fuera por demasiado poco, nos ha llamado la atención que tanto uno como otro hayan salido de la política. ¿Y eso por qué? Pues a cualquiera se le ocurre que estar ocho años seguidos sin meter la mano en los presupuesto del Estado es demasiado para algunos. Una vez que deja de interesar eso de la política, es normal buscarse un buen empleo. En el caso de Zaplana. En el de Acebes, ya veremos qué pasa. Lo inquietante del caso lo expresó muy bien Gaspar Llamazares: la existencia de misteriosos túneles entre el poder económico y el político. En efecto, ¿qué acreditación tiene Zaplana en Telefónica? ¿Y el extraño desembarco de Manuel Pizarro en la política? Verdaderamente, existen formas de poder que se escapan al control democrático. Muy peligroso.
Por lo demás, se ha puesto de manifiesto la división en el seno de ese partido. El llamado "sector duro", alrededor de Esperanza Aguirre y María San Gil, y el que se supone más moderado, en torno a Rajoy. Ya veremos qué pasa. Recientemente vimos en "los desayunos de TVE1" a un representanto del Partido Popular, curiosamente en Cataluña, tratando de presentar la situación como lo más normal, como la demostración de que se trata de un partido democrático, con pluralidad de opiniones y diversas tendencia. Al final, todo habrá de armonizarse en el próximo congreso del Partido. Pero todos sabemos que una cosa es la realidady otra la cobertura formal e ideológica. Todos hemos podido ver la guerra civil (afortunadamente sólo verbal, de momento) a que nos han sometido durante cuatro años.
Pero tenemos una explicación mucho más fiable y más coherente con los hechos. Durante ocho años, han estado derrochando dinero público en gigantescas obras que a veces eran necesaria, otras excesivas y otras abiertamente inútiles. Adivine el lector quién se beneficiaba de esas ingentes inversiones. Al perder las elecciones en 2004 (ciertamente: una sorpresa para todos), se les fue el negocio de las manos. Han estado desarrollando una feroz estrategia durante cuatro años, en un intento de recuperar el poder. Y al no conseguirlo, aunque sea por poco, a algunos de sus líderes les ha dejado de interesar la política. ¿Y que sentido tienen los enfrentamientos que se están produciendo? Quizá sea todo cuestión de ambiciones personales. De momento, quedemos a la espera de ver qué pasa.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Un resultado alarmante.

La democracia tiene un curiosa virtud: muestra la verdadera naturaleza de los pueblos. Y, en ese sentido, el resultado de las últimas elecciones en España es verdaderamente alarmante.
Es alarmante porque, dado el pésimo comportamiento político del Partido Popular durante los cuatro últimos años, el pueblo español hubiera debido castigarlo mediante una derrota electoral abultada. Y no sólo no lo ha hecho, sino que le ha premiado con más votos, arrancados de los pequeños partidos políticos, dejando sin representación a muchos españoles.
Alguien podría decirme que peor sería si el PP hubiera ganado. Yo no lo tengo muy claro: quizá hubiera sido bueno sufrirlo durante los años de recesión económica que parece se avecinan, a ver si de ese modo aprendemos a enfrentarnos con los hechos.
Pero no es esa la cuestión. La cuestión es que el Partido Popular ha realizado una oposición sucia, inmoral, virulenta. Es una cuestión de moral: hay cosas que no se deben hacer. Y el PP no se ha detenido ante nada. No vale recurrir a cualquier procedimiento con tal de hacerse con el poder. Es preciso respetar ciertas normas morales básicas. Si no se hace, no se está haciendo oposición política, sino guerra civil. De momento, a nivel verbal. Pero es de temer que esto sólo sea una primera fase.
Algunas de esas malas acciones del Partido Popular: Meter ideas equivocadas deleberadamente en la mente de la gente, como aquella idea de que en los Ayuntamiento gobernaran los partidos de la lista más votada. Eso es apelar a la confusión de ideas reinante en la mente de la mayoría de los españoles, que hace que no tengan una idea clara de lo que es la democracia. Por favor, si alguien no lo entiende, intente buscar algún texto serio sobre lo que es la democracia representativa.
Otra: empezar con las ofertas de rebajas de impuestos. Sencillamente, es un mal procedimiento. Simplemente, apela a la avaricia de los electores. El Estado necesita dinero para actuar, y aunque no parezcan convenientes unos impuestos excesivos, tampoco se puede pensar en una rebaja indefinidas.
Apelar al miedo, sobre todo en relación con los inmigrantes. Desgraciadamente, en estos momentos, los inmigrantes no son el problema, sino la solución. (Naturalmente, hablo del momento presente, no de dentro de diez o quince años. Entonces, todo dependerá de cómo se hayan hecho las cosas). Pero es que, además, el PP es el partido de los ricos, que desean que haya muchos inmigrantes, que son mano de obra barata. Aquí el PP, además, hace un ejercicio de hipocresía.
Confunde deliberadamente los poderes del estado, obliga al Estado a desarrollar una política antiterrorista absurda (ellos, entre 1996 y 2004, negociaron descaradamente con ETA, de la cual son, en la actualidad, los grandes protavocdes, aparte de ceder en todo ante catalanes y vascos con tal de conseguir la investidura de Aznar), inventa problemas inexistentes, como el problema de "España", en la actualidad más sólida que nunca en la historia.
Y se ha auxiliado de la Iglesia Católica, aliada en una absurda guerra contra la asignatura de "Educación para la ciudadanía". La cual habla de cosas como la democracia, los derechos humanos, la libertad con responsabilidad, el respeto crítico a la ideas y creencias ajenas... ¿Es que alguien puede estar en desacuerdo con eso?
En fin, se las han arreglado para hacer retroceder un siglo el reloj de la historia. Gracias a ellos, estamos otra vez como entonces: en estado de guerra civil latente.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Derecha vs. derecha.

Parece que en las actuales elecciones españolas derecha e izquierda compiten por el poder. Pero ello es un error, ya que el PSOE es muy claramente un partido de derechas. Eso sí, derecha moderada y razonable, dentro de lo que cabe. Pero lo cierto es que nos ha metido en el mundo rico, sin intentar ninguna reforma social en profundidad. Hizo, en los tiempos de Felipe González, una importantísima tarea de organizar el Estado. Resulta aterrador imaginar lo que hubiera hecho Alianza Popular. Pero luego nos ha mantenido dentro de la más estricta lógica del capitalismo, respetando rigurosamente la propiedad privada y la libertad de empresa, e incluso comenzando el desmantelamiento del patrimonio del Estado, llevado hasta sus últimas consecuencias por el Partido Popular y que hace que España sea uno de los países con menor sector económico controlado por el Estado, superado en este aspecto sólo por estados gobernados por mafias, cuyo mejor ejemplo es la Rusia actual.
Sólo se me ocurre ya hacer una parábola: la actual política española se asemeja a una película del oeste, en la cual hay un malo tan extremadamente malo que hay que hacer cualquir cosacon tal de cerrarle el paso. Hay que desear que gane el PSOE las elecciones, no porque este partido sea "bueno", sino porque el Partido Popular es extremadamente malo. Ese Eduardo Zaplana, ese Angel Acebes, esa Esperanza Aguirre... ¿Será aventurado pensar que su único propósito es controlar los presupuestos del Estado?
Debate electoral: desencuentro.

He de reconocer que no vi el segundo debate entre Rajoy y Zapatero, sólo las primeras intervenciones y las breves noticias de algunos telediarios. Pero sívi el primero, que me resultó extremadamente interesante. Más que nada, por su tono y por el hecho de que los participantes no se respondían el uno al otro. Más bien, se limitaban a lanzar su propio discurso, sin hacer mucho caso de lo que el otro decía. Sin embargo, es preciso decir, a favor de Zapatero, que Rajoy presentó un discruso político del nivel más bajo posible, en un probale intento de captar los votos de los electores de más bajo nivel intelectual. Y que, ante sus acusaciones, Zapatero no podía dar la adecuada contestación ya que, como creo está muy claro, los votantes no iban a poder, ni seguramente tampoco querer, entenderlas. Y, desde luego, algunos echamos de menos que se plantearan los verdaderos problemas que el futuro presenta. El discurso político no puede intentar corregir la general pretensión de que continue de manera imparable un crecimiento económico que sabemos no puede mantenerse a largo plazo. La avaricia general no permite plantear la cuestión de que el crecimiento debería parar algún día, y de que es necesario empezar a controlarlo.
La actual aparente paz social se basa en que los ambiciosos (los conquistadores y forajidos de toda laya de cualquierépoca) pueden acumular riquezas sin límite y, a pesar de ello, queda bastante para los demás. Cualdo por algún motivo (el agotamiento del petróleo, por ejemplo) disminuya el crecimiento económico, me temo que seremos incapaces de administrar la estabilidad económica. ¿Otra guerra mundial, esta vez con miles de millones de muertos? No parece que el pueblo esté dispuesto a ser razonable. Y en ello se apoya la política de los partidos neoliberales, ejemplo conspicuo de los cuales es el Partido Popular español.