domingo, 29 de julio de 2018

La Iliada: Libro fundacional de la cultura europea.


    Resulta curioso que este libro, que acabo de calificar como fundacional de la cultura europea, no sea un libro ideológico, no sea una revelación ni una colección de principios legales ni morales. Es, simplemente, una narración. Únicamente intenta reflejar la vida.
    Una narración de un episodio guerrero, lleno de violencia, pero también lleno de humanidad. Lleno de deseos, de vanidad, de admiración mutua. El deseo de matar al enemigo es compatible con un cierto modo de identificación con ese enemigo. La soberbia de Agamenón o de Aquiles es soberbia humana, y la evidente preferencia que el autor muestra por los griegos (argivos, aqueos, dánaos) no le impide entrar en la vida de los que están en la ciudad sitiada (troyanos, licios, dárdanos) y presentárnosla en toda su palpitante humanidad. La sensualidad de la relación entre Paris y Helena contrasta con los sentimientos amorosos y un tanto fatalistas de la que hay entre Héctor y Andrómaca. La ira que en Aquiles provoca la muerte de Patroclo se amansa ante la compasión que le produce el anciano Príamo, y le lleva a entregarle el cadáver de Héctor y a consentir en lo necesario para que se le tributen unas honrosas exequias fúnebres. Incluso frente al hecho de la esclavitud parece que la actitud de la Grecia homérica era distinta de que hubo muchos siglos después. Por si el lector no lo sabe, las sociedades esclavistas suelen desarrollar un odio al esclavo que excluye cualquier tipo de comprensión ni compasión. En cambio, en la Ilíada se nos refiere cómo las esclavas de Aquiles aprovechan la muerte de Patroclo para llorar sus propias desgracias.
    En mi opinión, los griegos de esa época acababan de salir de la naturaleza, y en ellos ni los intereses ni la ideología habían ejercido su funesta labor de corrupción. Y este espíritu permaneció durante siglos. Es preciso señalar el hecho de que la antigua Hélade produjo filósofos, pero no profetas. La indagación libre sobre la naturaleza fue lo normal para el espíritu griego, mientras que los dioses eran simples objetos de admiración, seres humanos elevados a la máxima potencia, inútiles para cualquier intento de justificación del poder. Y hasta los últimos tiempos de la antigüedad las gentes de cultura siguieron inspirándose en este libro maravillosos y sacando de él citas con enorme frecuencia.
    Este espíritu empezó a cambiar con Platón, que si por un lado produjo un notable avance en el intento de investigación de la verdad, por otro inició el camino de un espiritualismo que acabaría en la mentalidad totalitaria del cristianismo, triunfante durante toda la edad media.

1 comentario:

Adrián dijo...

Quizá la gran cualidad de la cultura europea haya sido mantenerse siempre en esta mentalidad a un tiempo primitiva y libre.