Hace ya muchos años, en una
conversación familiar sobre "Maribel y la extraña familia", de Miguel
Mihura, alguien dijo que el final hubiera sido perfecto si Maribel hubiera
confesado a su novio (un joven ingenuo que acaba casándose con ella) cuál había
sido la realidad de su vida (había sido prostituta). Pero yo pienso que si
Maribel hubiera hecho tal cosa no habría querido él casarse con ella, aunque
los dos hubieran sufrido por ello. La vida es incompatible con la verdad. Para
que la vida prosiga, alguien tiene que asumir la responsabilidad de mentir,
aunque conozca la verdad. En el matrimonio, normalmente, es la mujer la que
asume ese papel. Por ello suele ser el hombre el más celoso. El tiene, por lo
general, la inocencia egoísta de los fuertes, o de los que creen serlo. En el
fondo de su subconsciente, sabe que la realidad no puede ser tan perfecta como
la mujer se la presenta. Naturalmente, lo acepta como verdad oficial. Pero
siempre le queda una duda reprimida, lo que los españoles llamamos "la
mosca detrás de la oreja". Mosca que emprende el vuelo a la menor ocasión.
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